Estos eran unos náufragos que fueron a dar a una isla desierta. 
Como no tenían qué comer, decidieron echar a la suerte quién se sacrificaría para que los demás se lo pudieran comer. Pues resulta que se comieron a uno, y otro, y otro, y nadie llegaba a rescatarlos. Total que al final, sólo quedaban dos; un flaco, y un gordito. Echan suerte y pierde el gordito. Ya lo va a matar el otro, cuando se pone a gritar:
¡No me mates! ¡No me mates! ¡Yo sé donde hay un montón de latas de frijoles escondidas! 
¡Desgraciado! ¿Y por qué no nos habías dicho? 
¡Es que a mí no me gustan los frijoles!
Por:
Anónimo  - Chile
rec.:6/ago/2001    pub.:23/ago/2001